Entre Ríos
Casa Luis Perou de la Croix. Bucaramanga, Colombia. Lima 2025.
Este proyecto propone reunir desde las prácticas artísticas un grupo transdisciplinario para generar confluencias de metodologías de investigación sobre desarrollo y sostenibilidad en un conjunto de ríos de la zona de Bucaramanga, Santander. Entre Ríos se enmarca en el proyecto, Sustainable Rivers: Creative Ecologies for Social and Ecological Wellbeing, auspiciado por el Global Challenges Research Fund (University of Essex) y Producciones (Bucaramanga). El desarrollo de la experiencia proponía trazar cartografías de las intersecciones de cuerpos de agua industriales para identificar retos y problemáticas en ecosistemas y para desarrollar métodos transdisciplinarios adaptados a esos lugares, en este caso, ríos en fases de (des)industrialización.
La experiencia en el lugar y los recorridos, sumado al diálogo con los participantes, dieron lugar a una serie de ensayos interdisciplinarios que intentaron hablar de los fenómenos alrededor del embalse, de ficciones que pretenden dar cuenta de la realidad de una naturaleza masiva en transformación. El Embalse del río Sogamozo (Hidrosogamozo) es la represa e hidroeléctrica de mayor capacidad en Colombia y comienza sus operaciones en 2014. La implementación del proyecto trae una serie de problemáticas ambientales y culturales que se indagaron durante la residencia mediante variadas perspectivas disciplinares por parte de los participantes: agrónomos, geólogos, biólogos, artistas, curadores, historiadores y comerciantes particpamos de la experiencia de observación e intercambio.
















El embalse inundó una inmensa área de territorio que contenía las memorias de caminos, centros poblados, vías de comunicación,
vestigios pre colombinos, flora y fauna, suelos y una inmensa dimensión de recuerdos en los pobladores locales. Esta inmensa veladura invisibilizadora líquida que ha cubierto todo esto, resulta difícil de dimensionar. Para ello, ¿es posible pensarla como un sólido para así poder acercarnos a su dimensión?





Después del embalse, el borrado de lo que se inundó tambien se representa en la no data de Google earth.






Las turbinas de la hidroelectrica conviven subterráneamente con los fósiles del subsuelo mutante en el lecho de la inundación. La zona es abundante en registro fósil.









— Balacera en el bosque —
Uno no puede caminar ya, abrir camino con el machete ni acercarse y observar esos saberes ajenos a los urbanitas.
Las balas cruzan, perforan y ya no dejan caminar.
Es un entramado estridente e invisible, tridimensionaly permanente, violento y mortal.
Uno debe de correr en un bailefrenético de esquivos tropicales.
El guardián del bosque que sabía las propiedades del arbustocurador ha sido abatido.
Su tumba es ahora un rectángulo demarcado con cal y ofrecido por internet.
Junto a él, se han ido las sombras penetrantes de olores densos y esa atmósfera de sudor húmedo que llamamos espíritu del bosque.
El gran Cedro Caoba viaja agotado en una balsa horizontal con un destino disperso, ya no observa las copas de los arboles
ni sus sombras, ni sentirá el movimiento lento de las cosas.
¿Cómo sobrevivir en el bosque?
Ya no será el jaguar, la malaria, ni las lanzas envenenadas,
ni las hormigas y ya ni siquiera el solitario buscador de oro.
La muerte te la regalará el otro artista que baja o sube a dibujar geometrías en el territorio.
A los mosquitos los reemplazan sus balas y las hojas delgadas e inmensas de la Mostrera Deliciosa
son la huella de este enjambre de metal.
Los orificios de sus hojas nos gritan la situación.
Hoy a esas plantas las llaman balazos.
La tragedia es horizontal, verde y luminosa,
sin sombras y uniforme.
Lejos, en el Páramo, todo parece retroceder también, pero hacia arriba.
Es un espacio en donde el cielo, bajo y frío, aprieta fuertemente desde arriba hacia abajo,
y la humedad del subsuelo y sus placas ígneas aprietan también en sentido contrario, desde abajo hacia arriba.
Las plantas, los animales y las personas, achatados, sienten la presión de ambos extremos.
Ahí queda el vaho de las alturas en retirada encarnado en los Frailejones, que sienten cuando uno pasa, inmóviles, acostumbrados
a esa presión del cielo/suelo.
Ellos se multiplican lentamente y aterciopelan el paraje como nómadas caminando en círculos durante tiempos geológicos,
explicándonos que ahora hay que morir de a pocos para sobrevivir.
El lugar a donde nadie quiere que lo manden, es un lugar hermoso, pero ahora vacío.
Con padrinos bulleros y exuberantes que de vez en cuando visitan y adornan, y con la música fluvial de fondo para el carnaval.
Las vibraciones del río de Umpalá nos hacen eco de los mosquitos metálicos del bosque, y del goteo helado del páramo,
también nos insinúa el ruido submarino de las turbinas moviéndose en el futuro, como si fuera el gran eco espacial del próximo Big Bang.
Es una gran vena aorta que bombea ese eco lo suficiente para que todo se mueva a la vez, pulsos que se pueden oír a través de
una madera y una piedra pegada al oído.
Hacia el otro lado, hemos flotado.
Una balsita en medio de la inmensidad nos ayudó.
Flotamos en el centro del Hidrosogamoso cual astronautas semidesnudos, suspendidos
a doscientos metros sobre la base de esos valles, pueblos y caminos ahora subacuáticos.
Muy abajo, en el negro vacío verdoso, los arboles fantasmas convertidos en algas se mueven percibiéndonos,
pero ya no les importa, es un oscuro ritmo más en un baile masivo de música que nadie pidió.
¡Invasión de culebras!
Allí, las mareas artificiales mordieron las colas de las culebras,
en una persecución implacable que duró tres días, sin aliento.
Invadieron y espantaron, como quien desarrolla una historia de terror junto a un cementerio de árboles.
En el medio del gran vacío líquido se percibe una quietud artificial.
Los espíritus de los caminos inundados, confundidos ahora con las algas,
comienzan a formar un enredo movedizo como la cópula de las serpientes.
Parece que este Kraken tropical irrumpirá el limbo interandino,
pero tal vez ya se haya domesticado en 25 años, cuando la vigencia
de la represa haya caducado y funcione solo como la celda de un zoológico mitológico.
Mientras tanto el vacío está ahí, mudo, pero vibrando impaciente;
es la verdadera bestia en cautiverio.
De este embalse salen ríos, como corrientes interiores, que fluyen con la gravedad,
mojan y que después hacen posible un hacia arriba,
recirculando el paisaje, como un señor sentado en una fogata,
que deja que las historias se cuenten solas.
Las fábulas verdes serán las hijas del metal volador, los osos de anteojos,
ahora carnívoros, sus hijos.
Una gran entropía hay en el medio, en donde vivimos,
ya sin las sombras húmedas del bosque ni el misterioso terciopelo de la bruma ni las procesiones del Kraken olvidado.
Pero, ¿qué es lo que sobrevive? ¿Una especie, una cultura, un destello, su rastro?
Nos erguiremos desde la orilla de nuestro sedimento mezclado,
un compost de muertos y metal, fertilizado por las pisadas ulteriores
para que se cuenten nuevas historias, sin una voz que las enciendan
y sin oídos ni mandíbulas que las oigan.
En ese limbo líquido, ese embalse monumental en donde cabemos todos,
sobrevivimos,
cambiando el paredón prístino por la matanza natural.
* Esta especie de ensayo/cuento fue lo más concreto que produje en la residencia en Bucaramanga y la experiencia en el Sogamozo. Estuve leyendo los cuentos de Borges mientras andaba en residencia y en el Seminario Hidrografías, es por eso estos aterrizajes despreocupados en textos elásticos. Bucaramanga – Colombia, julio de 2019.
En Del Páramo a la represa, publicación producto de la residencia Entre Ríos, descargar en: https://entre-rios.net/del-paramo-a-la-represa/









